Para iniciar un procedimiento de este tipo, lo primero que debemos saber es que no es necesario ni abogado ni procurador, pero que como veréis, es tremendamente aconsejable, porque el procedimiento puede ser largo y complicado sin la ayuda de un profesional. Situaciones reales en las que se puede dar este caso Hay multitud de casos en los que podemos estar ante el supuesto de adopción del hijo o hija de nuestra pareja, marido o mujer. Que el hijastro o hijastra haya sido concebido a través de gestión subrogada o fecundación in vitro, y no se haya reconocido nunca al padre o madre biológico. Que el padre o madre biológico del adoptado que no es nuestra pareja se haya desentendido de la crianza del menor. Puede haber sido privado de la patria potestad o no. Que el padre o madre biológico que no es nuestra pareja haya fallecido. Que el adoptado haya sido ya adoptado por nuestra pareja previamente, y se desconozca la identidad de sus padres biológicos o estos no ostenten la patria potestad. Con ello, primeramente, queremos decir que no ha de ser una pareja heterosexual, es decir, esto se aplica a cualquier tipo de pareja, sean del mismo o diferente sexo. Requisitos del adoptado El adoptado no tiene por qué ser menor de edad, puede ser mayor de edad siempre y cuando se pruebe una convivencia entre adoptante y adoptado de al menos un año.
El Síndrome de Simón es uno de esos ejemplos. Es una nomenclatura que sin tener evidencia clínica se ajusta a una nueva modalidad masculina de este siglo XXI. Podría decirse que es una variable del llamado síndrome de Peter Pan. El mito del Narciso se cumple a la brillantez con este personaje que ahora llamamos Simón. Cada una de las literatura de su nombre es un siglas y una característica de su personalidad: S de soltero, I de infantil, M de materialista, O de obsesionado por el trabajo y N de narcisista.
Muchas personas experimentan una gran dificultad para encontrar pareja. El ser humano es un animal social por naturaleza, tenemos la necesidad innata de estar acompañados por otras personas y establecer vínculos sociales y afectivos. Así, aunque no todas las personas tienen las mismas necesidades afectivas, por lo general tendemos a buscar cariño. Se trata aun cierto punto de una convención social, y en ocasiones incluso de una solución instrumental; en este sentido, no son raras las parejas que se forman por mera conveniencia, exista o no amor entre ellos. Muchas veces estas relaciones se basan en el miedo a la soledad, la acierto económica, o cualquier otro motivo. Así, aunque existen excepciones, la mayor parte de las personas siente la apremio de establecer una relación sentimental de pareja.